El día 8 de marzo un grupo de compañeres migrantas y racializades nos convocamos para realizar una intervención crítica en la cabecera de la manifestación del 8M con la intención de continuar denunciando los marcos eurocéntricos blancos que en sí mismos imposibilitan construir la unidad de la que nos hablan las feministas blancas, puesto que entienden la racialización como un problema secundario, la niegan e invisibilizan. Mientras ésta es la lógica central a la organización del sistema colonial capitalista y la división internacional del trabajo, es necesario repensar también la falta o negación del derecho a la huelga, los privilegios blancos y las opresiones múltiples que experienciamos las migrantas y racializades. El objetivo ha sido hacer visible nuestras voces, rabias y molestias frente a las complejas consecuencias que tienen la colonialidad, la política migratoria europea, la Ley de Extranjería y el racismo sobre nuestras vidas. Un acto crítico que como transfeministas antirracistas consideramos urgente y necesario.
Una vez alcanzada la cabecera fuimos agredidas e interpeladas por un grupo de feministas blancas que nos presionaron para que abandonáramos el lugar, gritándonos: “¡Respeten al movimiento feminista!, ¡Nos faltan el respeto!,¡Muévanse de aquí!” Algunes compañeres incluso fueron agredidas físicamente. Frente a estos hechos, como transfeministas antirracistas denunciamos las violencias y matonaje ejercido hacia nosotres; criticamos la manera en que se enfrentó la situación por parte de este grupo de feministas.
No nos dejamos callar y seguimos manifestando nuestro descontento.